15 marzo 2018

Parque nacional de Andasibe-Mantadia. Reserva Analamazoatra.


Hoy esperamos tener nuestro primer contacto con los lemures más grandes del mundo, los Indris (Indri indri).
Ayer tuvimos oportunidad de oir sus increibles cantos al amanecer e incluso durante el tour que hicimos al anochecer pero todavía no hemos tenido la ocasión de verlos.
Por eso, hoy nos levantaremos a las 6 para salir hacia la Reserva de Analamazoatra en compañía de nuestro conductor y nuestro guía, tras el desayuno.

Nuestro nuevo hotel, el Indri Lodge Andasibe, se encuentra un poco más alejado de la Reserva pero sus cabañas están mejor cuidadas e incluso disponemos de una pequeña piscina. De cualquier forma, desplazarnos hasta la Reserva en nuestro coche nos lleva apenas cinco minutos.








A las 7 ya estamos en las puertas de la Reserva donde nuestro guía se ocupa de sacar todas las entradas y hacer el papeleo de rigor.
Lo primero que debe tener claro todo aquel que se acerca hasta aquí para visitar el Parque nacional de Andasibe-Mantadia, es que éste se encuentra dividido en dos zonas. Por una parte está la Reserva de Analamazoatra, de fácil acceso y muy cercana al pueblo de Andasibe y por otra, el  Parque Nacional Mantadia situado algo más al norte y con accesos más complicados.
Mientras que el Parque Nacional Mantadia cuenta con 15.500 hectareas de superficie, la Reserva de Analamazoatra apenas llega a las 1.000.









Llegados a este punto, muchos se plantearán las típicas preguntas:
  •  "¿ Merece la pena visitar las dos zonas ?"  
  •  " ¿ Si sólo tengo tiempo para visitar una zona, cuál elijo ?"

Después de haber visitado las dos zonas, yo lo tengo muy claro.
Si tu objetivo no es el de hacer un trekking de varios días de duración, adentrándote en el bosque hasta las zonas más inexploradas en busca de la fauna más esquiva de este parque, yo te aconsejaría que te centraras únicamente en la Reserva de Analamazoatra.

 
En el próximo artículo explicaré más detalladamente mi experiencia en el Parque Mantadia pero por resumirlo brevemente, diré que la inversión de tiempo y dinero que exije la visita a este parque, se me antoja excesiva e innecesaria.
Por lo tanto, si no tienes una razón muy clara por la que quieras visitar este parque, yo personalmente no lo incluiría entre los Parques de visita obligada.

Dicho ésto, paso a relatar nuestro paso por la Reserva de Analamazoatra cuya entrada, como se puede ver en la fotografía superior, cuesta 45.000 ariaris a los adultos ( unos 13€ ) y 25.000 a los niños ( unos 7€ ). 

Por otro lado deberás pagar un guía cuya tarifa dependerá de la duración del circuito a realizar; también se puede ver en las fotografías. 
No olvides que las tarifas son para grupos de 1 a 4 personas ; si por ejemplo vais 6 personas, debereís pagar el doble.

El recorrido elegido por nosotros fue el más largo, que recorría durante 4 horas los bosques de Analamazoatra. Como éramos 7 personas tuvimos que pagar 60.000 ariaris X 2, o lo que es lo mismo, unos 35€.
La visita comienza con una parada en un bosquecillo de bambú cercano a la entrada donde nuestro guía se esfuerza en encontrar algún lemur del bambú aunque en esta ocasión no tiene demasiada fortuna ya que éstos no parecen andar por la zona.
Los primeros lemures que se dejaron ver fueron los lemures marrones y los de frente roja que ya habíamos visto anteriormente en otros parques pero los ansiados indris se hacían de rogar.
Mientras sacábamos unas fotos a estos simpáticos lemures, nuestro guía nos dijo que le esperásemos allí ya que iba a intentar localizar algún grupo de indris en el interior del bosque.







Al de un rato apareció entre la espesura y nos indicó que le siguiéramos.
No muy lejos, descubrimos el primer grupo de indris. Algunos ejemplares jóvenes jugueteaban sin pudor entre las ramas de los árboles mientras los adultos, alguno de ellos con crías, los observaban a la vez que se alimentaban con las frutas y los brotes más tiernos de los árboles.









Tras el avistamiento de los Indris, nuestro guía volvió a desaparecer entre la vegetación en busca de los sifakas de diadema, otra de las especies de lemur que se observan habitualmente en esta Reserva.
Esta vez tardó un buen rato en volver y cuando lo hizo, su rostro congestionado y sudoroso revelaba que no le había resultado sencillo encontrarlos.
Tras indicarnos que le siguiéramos, comenzó a ascender por un estrecho sendero que nos hizo sudar la gota gorda a todos hasta que llegamos a un pequeño promontorio desde donde pudimos observar unos preciosos ejemplares de sifakas de diadema, uno de ellos con un collar de posicionamiento y una cría en su regazo.













 


 


 




















El mejor momento del día nos sorprendió mientras procedíamos a la habitual sesión de fotos dedicada en esta ocasión a los sifakas, cuando súbitamente un indri comenzó su particular melodía a escasos metros de nosotros.
Indudablemente, este momento se convirtió en algo mágico e inolvidable. Sólo había que vernos las caras.
Ya habíamos oído en la lejanía sus gritos pero cuando un indri comienza a gritar a tu lado en medio del bosque, algo se revuelve en tu interior. 

Es increible que un animal de ese tamaño, pueda tener esa potencia vocal. Todos nos mirábamos con una sonrisa tonta dibujada en nuestras caras mientras los gritos lastimeros de los indris, inundaban el bosque de Analamazoatra.




Proseguimos con nuestro recorrido teniendo la oportunidad de ver varias familias más de indris y sifakas además de otras especies de lemures más habituales, insectos, aves y camaleones. 

Mientras tanto, la Reserva se va llenando de gente que comenzó más tarde el circuito.











La última parte de nuestro recorrido va a parar a una especie de lago donde vemos otra vez los espectaculares geckos diurnos ocelados y un bonito martín pescador pigmeo.
En el último tramo, nuestro guía nos enseña una boa a la que no duda en coger con sus manos para mostrárnosla más detalladamente a pesar de que es una práctica a la que no nos podemos acostumbrar.
Tras cuatro horas y media, salimos del parque. Mi GPS me indica que hemos realizado un recorrido de unos 4,5 kms.





Era hora de comer así que nos dirigimos hacia el restaurante del Marie Guesthouse que se encuentra frente al que comimos ayer.
La comida de hoy será una mezcla de platos locales y otros más europeos para los menos arriesgados. Pasta, cebú en salsa, sopas, pescados y las cervezas correspondientes, sacian nuestro apetito tras la caminata mañanera. La cuenta asciende a 155.000 ariaris ( unos 44€ los 7 ).
Durante la comida nos han propuesto visitar el cercano parque local de Voimma y como no tenemos ningún plan establecido, nos desplazamos hasta la entrada para hacer otro recorrido para seguir descubriendo la fauna de esta zona.
Aquí sólo se paga la entrada y hay dos tarifas: una de 30.000 de dos horas de duración y otra de tres horas por 40.000.



Tarifas Voimma


Este parque se encuentra pegando a Analamazoatra por lo que la fauna que se puede encontrar es la misma en ambos parques. La única diferencia es que en Voimma apenas hay visitantes y aunque en un primer momento se pueda pensar que esto representa una ventaja, realmente es un hándicap para los guías.
La razón es que, como hemos podido comprobar en todos los parques visitados, los guías acostumbran a compartir la información para mostrar a sus respectivos grupos toda la fauna posible. Bien sea a través de sus móviles o al cruzarse en sus rutas, los guías tienen en todo momento información actualizada sobre el paradero de los animales. En Voimma no había nadie, con lo cual el guía debe descubrir por sí mismo los animales y eso, en estos densos bosques es bastante difícil.
Unos confiados lemures marrones que parecían muy habituados a los humanos y un par de camaleones, fueron todos los bichos que vimos en Voimma ya que al poco rato de entrar al parque nuestro guía decidió salirse del mismo para salir a la carretera y dirigirse al parque de orquideas donde ya estuvimos ayer por la noche. Curiosamente, nos mostró los mismos camaleones que nos enseñó ayer, eso sí, hoy a plena luz del día. Indudablemente, en esta zona se encuentra mucho más cómodo ya que aquí hay muchas personas que controlan la fauna existente.
Un gecko perfectamente camuflado en un tronco, como los que tuvimos oportunidad de ver ayer en Vakona, puso fin a una visita sin demasiada historia.












Camino a nuestro hotel, el guía nos propone visitar mañana el Parque Mantadia pero no acaba de convencernos. 
Según nos dice, hay que alquilar un 4X4 para llegar hasta allí y luego pagar por cada uno de los circuitos que hagamos en el parque, además de la correspondiente entrada.
Queremos hablarlo tranquilamente durante la cena para tomar una decisión así que le decimos que, cuando tengamos claro el tema, hablaremos con nuestro conductor  para que él le llame, si finalmente decidimos ir con él.



Ruta de la jornada:






Al llegar al hotel decidimos explorar otras opciones. 
Hablamos con el personal de recepción para preguntarles si conocen algún guía para visitar Mantadia y de paso, comprobar si su información coincide con lo que nos ha dicho el guía que nos ha acompañado durante la jornada de hoy.
Inmediatamente nos ponen en contacto telefónico con otro guía que sorprendentemente, nos asegura que no es necesario un 4X4 para llegar hasta allí y nos dice que se acercará al hotel para hablar con nosotros.
El nuevo guía no tarda en llegar al hotel y tras las presentaciones de rigor, nos pide hablar con nuestro conductor para tratar el tema del transporte hasta el Parque de Mantadia. Ya ha anochecido y no conseguimos encontrar a nuestro conductor por lo que continuamos la charla sin él.
Nos asegura que si nuestro vehículo no es demasiado bajo, es posible llegar hasta la entrada del parque con él.
Como alternativa, nos ofrece la posibilidad de visitar otro parque cercano de fácil acceso y con la misma fauna que Mantadia. Nos habla de la Reserva de Maromizaha, situada a menos de 10 kms al sureste de Andasibe.
Durante un buen rato estuvimos barajando las dos posibilidades hasta que finalmente nos decantamos por ir hasta el Parque de Mantadia. 
Nos propuso hacer un tour por el bosque primario en busca de fauna durante tres horas, otro para visitar unas piscinas naturales y otro para ver una cascada. 
Nos ha costado decidirnos pero al final quedamos a las 7,30 en la puerta del hotel. Una vez que hable con nuestro conductor decidirán si podemos ir en nuestra furgoneta o no.
Con el plan de mañana resuelto, decidimos cenar en el hotel y esperar a nuestro conductor para comunicarle los planes venideros. Le hacemos saber que iremos a Mantadia con un nuevo guía que hemos encontrado y le comentamos sus deseos de hablar con él acerca del medio de transporte para llegar hasta el parque.
Le citamos para mañana a las 7,30 y nos vamos a dormir.
Ya veremos cómo se desarrollan los acontecimientos mañana...

Capítulo anterior: Vakona Forest y Andasibe
Próximo capítulo: Parque Nacional Mantadia 

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