05 febrero 2018

Anakao ( III ). Nosy Satrana


Un extraño repiqueteo me despierta a las 6 de la mañana. Cuando desvío mi mirada hacia el punto de donde provienen los misteriosos sonidos, mi sorpresa es aún mayor. 
Una preciosa abubilla se empeña en golpear enérgicamente la cristalera de nuestra cabaña con su largo pico. 
Imagino que se vería reflejada en el cristal y pensaría que se trataba de un rival contra quien luchar para defender su territorio. Otra posibilidad era que estuviese entrenada para hacer el papel de despertador al despuntar el alba pero ésta, me parecía mucho menos probable...

Durante el día de hoy, el grupo ha decidido tomarse un día de relax total para disfrutar de nuestro hotel y de la playa. Bueno, todos menos un valiente que ha decidido pasar otra jornada a bordo de una embarcacion local en busca de la ballena jorobada, también conocida como yubarta.
Finalmente sólo un componente del grupo se animó a intentarlo, entre otras razones porque muchos dudamos de que realmente quede alguna ballena por la zona. Habrá que esperar su vuelta para ver si ha tenido suerte.




Me levanto sin prisas de la cama para bajar a desayunar y reunirme con los demás integrantes del grupo que van llegando poco a poco.
A un relajado desayuno le sucede una pequeña sesión de tumbona, ahora que el sol no aprieta demasiado. Mientras tanto, otros aprovechan para leer un poco o escuchar música.
Y aunque son éstas, actividades que no me desagradan, no tardo mucho en buscarme otro tipo de aventuras. 

El hotel dispone de dos canoas de uso gratuito para sus clientes y no dudo en montarme en una de ellas para probar suerte.
La experiencia resulta muy agradable ya que no hay corrientes en la zona y el mar se encuentra en calma. Me dirijo al arrecife que se encuentra a muchos cientos de metros de la playa, mar adentro. Ir andando hasta allí se hace bastante largo y pesado pero en la canoa es un viaje mucho más llevadero y agradable. 



Una vez en el arrecife me encuentro con la otra canoa del hotel y aunque en un principio me sorprende verla vacía, no tardo en descubrir que su tripulante va agarrado por un lado de la canoa mientras va haciendo snorkel.
No se me había ocurrido pero la idea no es nada mala. 

Vuelvo en dirección a la playa para recoger la cámara acuática, unas gafas y un tubo y volver al arrecife para hacer un poco de snorkel.

Me sorprendo al descubrir que a pesar de que la zona está muy castigada, hay pequeños rincones donde el coral se conserva y los peces abundan. 

Paso un buen rato observando los corales, los abundantes pececillos, unas llamativas estrella rojas y una especie de serpiente que ha atrapado un pez.
A mi regreso a la playa, animo al resto del grupo a ir juntos al arrecife. Disponemos ahora de las dos canoas y quiero enseñarles los bonitos rincones que he descubierto.
Volvemos hasta el arrecife y permanecemos buceando por allí un buen rato hasta que decidimos volver a la playa.


 





 












Entre unas cosas y otras son más de las 12 y teniendo en cuenta lo que tardan en preparar la comida, hay que ir eligiendo platos.
Una vez que hemos pedido la comida, pedimos unas cervezas frías que degustamos con pasión a orillas del mar mientras la suave brisa marina acaba de secarnos poco a poco.
Son casi las dos cuando nos anuncian que nuestra comida está lista. Unos sabrosos filetes de cebú para los más carnívoros y unos pescaditos para los que preferimos disfrutar de las delicias marinas locales, sirven para reponer las energías perdidas en el arrecife.
El calor aprieta por lo que las cervezas se suceden durante la comida, dejando sentir sus embriagadores efectos que nos empujan de nuevo a las confortables tumbonas de la playa donde nos abandonamos sin remedio para caer rendidos en los brazos de Morfeo. Qué dura vida ésta...

La llegada del compañero que ha estado todo el día en el mar, nos despierta. Su sonrisa le delata. Ha visto las ballenas.
Nos comenta que ha estado en otra isla, Nosa Satrana, ha hecho snorkel y ha tenido la gran fortuna de ver a la ballena que aún permanece por aquí con su cría.





Nosy Satrana
Esta isla se encuentra a menos de 10 kms al sur de Anakao y dispone de una piscina natural además de extensas playas de arena blanca y aguas azul turquesa.
Además de garzas, se pueden observar otras especies de aves como zarapitos, andarríos, vuelvepiedras, etc.
Durante las mareas bajas, la isla queda conectada a Anakao a través de una delgada barra de arena por la que se puede llegar andando. En ocasiones, los pastores llevan sus cebús hasta allí para que pasten en la isla.
En algunos lugares, el suelo está lleno de restos de piedra caliza similares a los huevos rotos. Se dice que son restos de cáscaras de huevo del extinto pájaro elefante ( Aepyornis maximus ) .
Es un lugar muy visitado por los amantes del kitesurf debido a sus apreciados vientos y en general por todos aquellos que busquen playas desiertas y aguas turquesas en un entorno virginal y salvaje.


Mientras tomamos unas cervezas, nuestro compañero nos explica que ha podido avistar a las yubartas de las que nos hablaron y que a pesar de no poder grabarlas con comodidad debido al oleaje y la endeblez de la embarcación, ha hecho algún video de escasa calidad pero que expongo a continuación.
En un principio divisaron a lo lejos los chorros de aire expulsados por las ballenas y tras dirigirse hasta ese punto, pudo verlas de manera más o menos nítida, a no demasiada distancia.




Tras la observación de las ballenas fueron hasta la isla de Nosy Satrana donde recorrió sus rincones hasta la hora de comer. Al igual que ayer, la comida consistió en arroz, pescado y una salsa a base de tomate natural.
Una sesión de snorkel de la que no tenemos imágenes ya que no llevó la cámara acuática, puso punto final a una excursión que terminó con una relajada navegación a vela hasta llegar de nuevo a la isla.


 






Hay que ver cómo pasa el tiempo cuando estás de relax. Sin apenas darnos cuenta, estamos llegando a nuestra última noche en Anakao.
Hoy descubro, cuando subo a la habitación, el curioso sistema que utilizan para calentar el agua en el hotel. Unas especies de vitrinas cerradas acumulan el calor del sol alcanzando temperaturas increibles.


 


 
Subimos de nuevo a nuestras habitaciones para asearnos un poco antes de reunirnos para presenciar el espectáculo diario y gratuito que nos regala Anakao : el atardecer.
 
Lo de sentarse tranquilamente en los sofás de nuestro hotel con una cerveza en la mano para disfrutar del ocaso como si de una obra teatral se tratase, se ha convertido en algo habitual y de obligado cumplimiento.
No nos cansamos...







Hoy no nos moveremos y cenaremos en nuestro hotel. Pedimos la cena y nos quedamos charlando con otra pareja que también se va mañana, a los que han llamado para decirles que estén en la playa a las 5,45.
Nosotros hemos recibido un correo en el que nos avisan de un retraso en nuestro vuelo ya que ahora se prevee su salida a las 12. Nos conformamos con que no se cancele así que cruzaremos los dedos y confiaremos en la fortuna.




Los gastos en el hotel Lalandaka. 
Como mañana madrugaremos bastante, pedimos la factura con todos nuestros gastos para cerrar las deudas pendientes. 
La cuenta asciende a 1.857.000 ariaris ( 530€ ). Unos 75€ por persona.
Han sido 3 noches de alojamiento con desayuno para 7 personas, 13 comidas, 7 cenas y todas las bebidas consumidas durante los tres días.

Es hora de dormir. Mañana toca madrugón para tomar el ferry que nos devolverá a Toliara donde tenemos un vuelo que nos llevará de nuevo a donde empezamos : Antananarivo.



Capítulo anterior: Anakao ( II ). Nosy Ve
Próximo capítulo: De Anakao a Andasibe.

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