15 enero 2018

Anakao ( I ). Madagascar.


Ayer dimos por concluida nuestra primera fase del viaje tras despedirnos de Gael, quien nos condujo en su coche desde Antananarivo hasta Toliara en un recorrido que se prolongó a lo largo de los últimos siete días.
Durante los cuatro próximos días, hasta que volemos de nuevo hasta Antananarivo, nos dedicaremos a descansar en las playas de Anakao, bucear en sus arrecifes y surcar sus aguas en busca de alguna ballena.
Teníamos claro que queríamos relajarnos dos o tres días en alguna zona de playa cercana a Toliara pero no sabíamos exactamente dónde. 

Sabíamos que el día 2 de Octubre debíamos dejar el coche en Toliara y tomar un vuelo a Tana pero no sabíamos cuándo íbamos a llegar a esta ciudad costera.
Dependiendo del día de nuestra llegada, decidiríamos dónde pasar nuestros días de relax playero. 

En un principio habíamos contemplado tres opciones diferentes:
  1. - quedarnos en la turística localidad de Ifaty muy cercana a Toliara en coche        ( unos 30kms )
  2.  - subir más hacia el norte buscando zonas menos explotadas turísticamente.
  3. - pasar en ferry desde Toliara a las playas de Anakao.

Si llegábamos justos de tiempo, seguramente nos quedaríamos por Ifaty aunque ésta no era nuestra primera opción ya que la considerábamos excesivamente turística.


Llegar hasta localidades más al norte menos masificadas, nos atraía mucho más pero por contra, nos obligaría a perder mucho tiempo por las pistas de tierra de esa zona. Mucho tiempo para llegar y otro tanto para volver...


Por último nos quedaba la opción de Anakao donde podíamos llegar en una hora en ferry desde Toliara. El problema es que sólo había un ferry tanto para ir como para volver, a primera hora de la mañana. Si llegábamos a Toliara sin demasiados días, seguramente deberíamos descartar esta opción.


Finalmente llegamos a Toliara el día 28 al atardecer por lo que teníamos por delante prácticamente cuatro días. 
Anakao sería el destino elegido.


La ruta de la jornada.



Eran las 7 de la mañana cuando me desperté. El ferry salía a las 9,30 pero como necesitábamos cambiar algo de dinero, salimos a la calle algo antes en busca de un banco para hacerlo. Cuando al fin encontramos un banco, éstos nos desviaron hasta una oficina de cambio cercana. Allí nos ofrecieron un cambio de 3200 por euro. Teniendo en cuenta que el cambio actual estaba por encima de los 3500, me pareció que pagar una comisión del 10% era excesivo por lo que preferí acercarme hasta un cajero cercano y sacar dinero con mi tarjeta. Por mucha comisión que me cobraran, seguro que no era del 10%.
Un consejo para todos aquellos que busquen un buen cambio en Madagascar, es el de hacerlo en el aeropuerto de Tana. El más favorable que encontré con mucha diferencia.


Con el dinero que saqué del cajero para pasar los 4 próximos días, volví al hotel con el tiempo justo de tomarme un café antes de cargar con mi mochila y acercarme hasta el puerto de donde salía el ferry. Apenas me separaban 10 minutos a pie.
El ferry sale frente a las oficinas donde ayer reservamos los pasajes por 100.000 ariaris ida y vuelta. 

A pesar de que habíamos buscado otras opciones para llegar hasta Anakao por si acaso llegábamos tarde y los horarios del ferry no se adaptaban a los nuestros, nos resultó imposible encontrar otra cosa.
Por motivos de seguridad, según ellos mismos aseguran, la única salida es a las 9,30 de la mañana por lo que si llegas a Toliara más tarde, tendrás que esperar al día siguiente para partir. 

Las condiciones climatólogicas, o los vientos para ser más concretos, dicen que son mucho más favorables a primeras horas del día por lo que no navegan más que a esas horas.
Al contrario de lo que pudiera parecer, Anakao no es una isla sino un pequeño poblado costero situado un poco más al sur que Toliara. La razón de que el traslado se haga a través del mar, no es otra que la mala comunicación por carretera que nos obligaría a un viaje de casi 5 horas.






Las pequeñas lanchas que nos iban a llevar hasta Anakao se encontraban a unos cien metros aguas adentro. Para llegar hasta allí, ólvidate de los métodos convencionales ya que la lancha no se acercará a la orilla ni a ningún muelle desde donde acceder a ellas con comodidad.
Colocaron una escalera junto a la carretera justo antes de que unos carros tirados por cebús llegaran a recoger a los pocos turistas que nos encontrábamos allí esperando. Cargaron todos los equipajes en un carro mientras que los pasajeros fuimos montando de cuatro en cuatro, en otros carros que nos acercaron a las lanchas. Los cebús se adentran en el mar tirando de una carreta a la que debes sujetarte con fuerza y que amenaza con desarmarse en cualquier momento.
Por fortuna, nuestro carros aguantaron el envite y llegamos a la lancha sanos y salvos.









No se puede decir que el traslado hasta Anakao fuera una tranquila travesía de apenas una hora ya que el mar estaba movidito y los saltos de la lancha no contribuyeron precisamente a disfrutar de un apacible paseo en barca.
Los tripulantes nos preguntan por el hotel donde vamos a alojarnos pero aún no lo sabemos. Hemos llamado al hotel Lalandaka para ver si disponían de alojamiento para 7 personas pero no hemos reservado nada ya que antes queremos ver la zona.
La lancha toma tierra en la playa frente al hotel Longo Vezo, al norte de Anakao donde tras bajar los viajeros que se alojaban en ese hotel, vuelve a ponerse en marcha para volver a parar, ante nuestro asombro, 50 metros más alante. 




Al grito de Lalandaka, nos quitamos el calzado y nos tiramos al agua a un par de metros de la orilla mientras los tripulantes se hacen cargo de nuestro equipaje.
Tan sólo debemos andar unos 30 metros por la arena antes de llegar al hotel donde nos espera su propietario para enseñarnos las cabañas que tiene disponibles. 
Nos lleva hasta las cabañas para dos personas por las que nos pide 100.000 ariaris ( unos 28€ ) y nos enseña también una enorme choza redonda de dos plantas y con capacidad para 8 personas que nos deja por 220.000 ariaris ( unos 62€ ). 

Una pareja ya había decidido quedarse en una doble y los 5 restantes optamos por la enorme cabaña de dos plantas.
Realmente las dos cabañas son preciosas pero yo me he quedado prendado de la grande que incluye dos baños, confortables sofás frente a una gran cristalera con vistas al mar, una terraza con más sofás y una hamaca donde tumbarte al aire libre. 

En realidad, si no te importa dormir en el sofá o en una colchoneta en el suelo, esta cabaña tendría capacidad para 15 o más personas.
Eso sí, es conveniente saber que el hotel no dispone de agua corriente por lo que los baños cuentan con un enorme bidón de agua dulce y unos valdes para arrojar agua por el inodoro o para ducharte. 

También facilitan, al amanecer y al atardecer, unos valdes de agua caliente que dejan en tu puerta por si no eres amigo del agua fría.




Una vez acomodados en lo que va a ser nuestra casa durante los tres próximos días, bajamos al bar-restaurante para encargar la comida, tomar unas cervezas y darnos el primer bañito en las azules aguas de nuestra playa.
Tras una tranquila comida a base de pescado, parte del grupo se retira a descansar un poco mientras otros decidimos pasear hasta el pueblo a través de la playa.







La gente local no tarda en acercarse a nosotros para tratar de vendernos todo tipo de artículos y actividades. Y como ya he comentado en muchas ocasiones, preferimos que nuestro dinero revierta en la población local así que no tardamos en negociar comidas en pequeños txiringuitos gestionados por gente local y excursiones por mar para tratar de ver ballenas y hacer snorkel.
Los tres chicos que se nos han acercado, nos aseguran que hay muchas posibilidades de ver ballenas y nos ofrecen la posibilidad de salir mañana temprano hacia la cercana isla de Nosy Ve, intentar avistar alguna ballena, comer pescado a la brasa en la isla, hacer snorkel y regresar a Anakao por la tarde. 

La navegación sería en una rudimentaria barca local de madera con vela y motor incorporado y el precio a pagar dependería de que veamos o no ballenas. Si conseguimos avistar ballenas, pagaremos 50.000 ariaris por persona ( unos 14€ ) ; si no las vemos, 30.000 ( unos 8,5€ ).
Por otro lado, hemos quedado con otra persona para ir mañana a comer langosta y pescado. Nos cobrará por cada langosta 15.000 ariaris ( unos 4€ ) y 10.000 por cada pieza de pescado, menos de 3€.
Apenas llevamos una hora en la playa y ya conocemos a medio pueblo. 









Volvemos de nuevo a nuestro hotel para reunirnos con el resto del grupo y darles a conocer los planes para mañana, antes de volver al pueblo todos juntos para cenar algo en algún sitio que encontremos. 
El paseo a lo largo de la playa nos permite disfrutar del primer y espectacular atardecer en Anakao

Cuando ves cómo el sol se tiñe de rojo antes de ocultarse por el horizonte mientras los niños juegan entre las coloridas barcas varadas en la arena y los últimos pescadores regresan a tierra antes de que anochezca, una profunda sensación de paz y serenidad te invade por completo y por unos momentos llegas a sentirte como alguien realmente privilegiado. 








Siguiendo por la orilla del mar llegamos hasta el último local que se ve en la playa. Se trata del hotel Peter Pan, un colorido y original local que elegimos para cenar nuestra primera noche en Anakao.
Unas pizzas, pasta, pescados varios, pulpo y unas cuantas cervezas seguidas de unos licores gentileza de la casa, calman nuestro apetito tras la caminata por la arena desde la otra punta de la playa. Pagamos 166.000 ariaris, es decir unos 7€ por persona.





Un paseo de unos 40 minutos a la luz de la luna a través de la playa, nos acerca hasta nuestro hotel acompañados de un perro que no se aleja del grupo ni un instante. 

Cualquiera diría que alguien le mandó cuidar de nosotros durante la pequeña excursión nocturna.



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