25 junio 2017

Avila, encerrada entre muros.



Con motivo de unos días libres que me concedía mi cartelera laboral durante la pasada semana, decidí acercarme hasta una provincia totalmente desconocida por mí hasta ahora.
Hacía ya tiempo que deseaba conocer la Sierra de Gredos y de paso, la capital de la provincia, Avila.
Aprovechando los cinco días de los que disponía y una oferta de los Paradores que ofrecían tres noches con desayuno por el precio de dos, reservé mi primera noche en un céntrico hotel de Avila y las tres siguientes en el Parador de Gredos.

En plena ola de calor primaveral me acerqué hasta la coqueta ciudad de Avila donde padecí temperaturas superiores a los 30 grados durante toda mi estancia. Y eso que todavía no ha llegado el verano...
Nos alojamos en el céntrico hotel Las Moradas, muy cerca de la catedral y de las principales calles de ambiente turístico. Afortunadamente era sábado y el reloj marcaba las dos de la tarde, hora a la que acababan las restricciones para aparcar en las calles aledañas al hotel.
No es fácil aparcar en Avila ya que casi todas las zonas te obligan a pagar y cambiar el vehículo de lugar pasadas dos horas (zona azul). Las zonas verdes no te obligan a cambiar de lugar pero obviamente , son más difíciles de encontrar.
La suerte me acompañó, y encontré un aparcamiento frente al Parador de Avila, bastante cerca de mi alojamiento. A pesar de ser una zona azul, a las dos pasaba a ser libre, condición que se extendía durante toda la jornada siguiente, domingo. No lo movería de allí hasta mi marcha.
El hotel estaba muy bien ubicado y la habitación era bastante amplia y muy importante, con aire acondicionado.

Sin más dilacción, nos echamos a la calle dispuestos a conocer la bella ciudad amurallada.
Apenas salimos de nuestro hotel, nos topamos con la Catedral del Salvador de Avila, construida entre los siglos XII y XV. Sus muros forman parte de la muralla que rodea la ciudad, razón por la cual en su día contó con funciones militares y defensivas.



No disponíamos de demasiado tiempo y aunque este tipo de ciudades amuralladas y con innegable sabor medieval siempre me han atraído, debo confesar que las "piedras" no son mi fuerte, razón por la cual eludimos entrar a todos aquellos recintos religiosos que exigían el pago de entrada. Preferíamos gozar del ambiente de sus calles, de sus entrañables rincones y de la espectacular muralla que encierra toda la esencia de la capital de provincia más alta de toda España.




Tras tomar unas cervezas acompañadas de sabrosas tapas en sus animadas calles, recorrimos todo el perímetro de la muralla tanto por el interior como por el exterior de la ciudad.
No es necesario permanecer durante mucho tiempo en la ciudad para ser consciente del gran peso que sobre ella tienen dos de sus más ilustres personajes: Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. Y es que no en vano, Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada ( Santa Teresa de Jesús ), fundadora de la Orden de las carmelitas descalzas junto a Juan de Yepes Álvarez ( San Juan de la Cruz ), son considerados como los principales valedores de la mística experimental cristiana.

Levantada sobre la antigua casa de Sta. Teresa, actualmente encontramos el convento y el museo de Santa Teresa construído en el siglo XVII y declarado Monumento Histórico en 1886.

Convento de Sta. Teresa
A pesar de que la ciudad de Avila cuenta con un elevado número de palacios, casonas y casas fuertes, no hay duda de que el principal protagonismo de la misma, recae en su espléndida muralla construída entre los siglos XI y XIV sobre antiguos muros romanos, visigodos y musulmanes.
Y aunque el sol apretaba desde lo más alto, estábamos dispuestos a recorrer los dos kilómetros y medio de muralla que rodeaban una ciudad que a esas horas, se encontraba medio desierta.
Salimos por la Puerta de la Catedral, también llamada de los Leales o del Peso de la Harina y nos dirigimos a la derecha, la zona sur de la muralla donde una nube de vencejos se abalanzaba sobre las pequeñas hoquedades donde tenían construídos sus nidos. Más tarde leímos que estos pequeños huecos entre las rocas que conforman la muralla, estaban creados artificialmente para facilitar a la numerosa colonia de vencejos que puebla la zona, anidar en dicha pared.


Puerta de la Catedral


A través del Paseo del Rastro se tienen excelentes vistas a la parte sur de la ciudad donde destaca la Iglesia de Santiago

No tardamos en llegar al río Adaja que discurre en paralelo a la zona oeste de la muralla. En esta zona y al otro lado del río se encuentra el Humilladero de los cuatro postes, monumento religioso desde donde hay una excelente vista panorámica de la ciudad.

Humilladero de los Cuatro Postes

Siguiendo la ruta a través de la zona norte de la muralla, llegamos hasta la Iglesia de S. Vicente, de estilo románico y construída entre los siglos XII y XIV.




Iglesia de S.Vicente


Iglesia de S.Vicente

Volvíamos a estar frente a la Puerta de la Catedral tras recorrer algo más de 2,5 kilómetros bajo un fuego abrasador por lo que decidimos ir a nuestro hotel a descansar un poco hasta que el sol bajara un poco.

Tras el pequeño descanso, completamos nuestra visita recorriendo la muralla por su parte interior mientras descubríamos pequeños y bonitos rincones de la ciudad a la vez que degustábamos numerosas cervezas para reponer el abundante líquido perdido. Es Junio pero los termómetros sobrepasan con creces los 30 grados.


 


Estuvimos vagando por las callejuelas de Avila hasta el anochecer, cuando la temperatura nos permitió sentarnos en una terraza para disfrutar de las excelencias gastronómicas de la zona. Unas patatas revolconas, carne de Avila y otros platos típicos de la zona nos sirvieron para recuperar fuerzas antes de irnos a dormir pero antes queríamos ver las murallas iluminadas por la noche.
A pesar de no llevar trípode, sacamos unas fotos testimoniales de la muralla a la luz de la luna.


 
 

Al día siguiente salíamos hacia la sierra de Gredos pero quisimos aprovechar las primeras horas de la mañana para hacer un recorrido por lo alto de la muralla. 
A la salida de la Puerta de la Catedral, hay una oficina de turismo donde se compran las entradas para acceder a lo alto de la muralla.
Pagamos los 5€ de rigor y subimos las escaleras que daban acceso a la muralla. Actualmente no toda la muralla es visitable así que iniciamos la visita en la zona este, proseguimos hacia el norte y acabamos en el oeste de la muralla. 

Más tarde volvimos a subir, con el mismo billete, para visitar la zona este que nos faltaba y una parte de la cara sur, ahora mismo visitable. El acceso se encuentra en la coqueta Plaza de Adolfo Suarez.

Plaza de Adolfo Suarez
 



Subir a la muralla te permite descubrir otra óptica de la ciudad así como una visión más general tanto de los intramuros como de la zona exterior.









Plaza del Mercado Grande

Iglesia S.Pedro. Mercado Grande

El Calor empezaba a dejarse notar y era el momento de dejar esta bonita ciudad, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1985, para dirigirnos a nuestro coche y emprender ruta a la sierra de Gredos donde pasaremos los tres próximos días. Esperamos que haga menos calor......

1 comentario:

Tawaki dijo...

Es curioso cómo vamos visitando lo que nos queda más cerca (lo que es lógico) mientras que hay provincias enteras de España que no conocemos. En este caso, al estar cerca de Madrid, la tengo más vista, pero no por ello dejo de sentir ganas de volver. La ciudad vale mucho la pena, aunque quizás con temperaturas algo más bajas. Bonito reportaje.