16 mayo 2015

El Rocío y su marisma.Huelva.


Hace ya unos años que conocí la pequeña y singular aldea de El Rocío.
En aquella ocasión lo utilicé como campo base desde donde moverme a distintos puntos del que era mi objetivo principal del viaje: Doñana.
Fue aquel un año atípico en el que lejos de encontrarme con las clásicas calles repletas de arena y polvo que recorren los recovecos de tan peculiar poblado, me topé con pistas inundadas que impedían el paso a todo vehículo convencional. El simple hecho de acceder a mi alojamiento se convirtió en una tarea arduo dificultosa ya que encontrar una calle que no estuviera cortada por las abundantes y enormes balsas de agua, constituía todo una hazaña. Pero indudablemente, aquello no era normal.
En esta ocasión, la visita se iba a ajustar mucho más a la auténtica realidad de este pequeño enclave onubense.




Con el pequeño hándicap que suponían las fechas en las que nos encontrábamos ya que era semana santa y todo el pueblo se encontraba atestado de gente, volví con unos amigos para rememorar viejos rincones que se grabaron entre mis recuerdos durante mi anterior visita.
En esta ocasión no pude disfrutar del tranquilo y cotidiano ritmo de vida del pueblo pero aún así, siempre alejándonos todo lo posible de los puntos más masificados, traté de mostrar a mis amigos algo de aquella esencia rociera que yo mantenía en mi memoria.
Recorriendo algunas de aquellas calles de arena y polvo, entre pequeñas casitas blancas de donde esporádicamente salía algun jinete a lomos de preciosos caballos andaluces, creo que conseguí transmitir a mis acompañantes, al menos en una pequeña medida, lo que pretendía.



Y es que esta pequeña aldea es uno de esos rincones, que al menos para mí, encierra grandes dosis de "magia".
Lejos de fervores religiosos, a los que no pretendo hacer mención en este artículo, el enclave y las singulares características urbanísticas de El Rocío hacen de él un lugar único, especial y cómo no, mágico.
Esta aldea onubense pertenece al municipio de Almonte y se encuentra a unos 15 kilómetros de Matalascañas.
A pesar de ser mundialmente conocida por su ermita de la virgen del Rocío, su Blanca Paloma y la famosa romería del Rocío, este pequeño rincón encierra tanto en su interior como en sus alrededores, atractivos suficientes para hacerse sobradamente merecedores de una visita fuera de fechas tan señaladas, cuando a mi entender, la masificación impide saborear como se merece, la visita a un lugar tan especial.
La aldea cuenta con una población que ronda los 2000 habitantes aunque durante la famosa romería se dice que puede reunir a cerca de un millón de personas.



Personalmente considero su preciosa marisma, uno de los principales atractivos de la aldea. Un paseo a lo largo de su orilla te permitirá descubrir la gran riqueza natural y la belleza paisajística que esconde este lugar.
Un breve paseo nos mostró especies tan diversas como garzas, fochas, espátulas, moritos y una importante colonia de flamencos que teñían la marisma con su peculiar tono rosa . Gaviotas, patos y otras muchas especies compartían espacio con los omnipresentes caballos que chapoteaban en las aguas someras de la marisma.




A unos dos kilómetros del pueblo se encuentra "La Rocina", donde podremos pasear entre pinos, helechos y brezos mientras disfrutamos de los aromas de la lavanda, el romero o el tomillo.
A lo largo de unos 3 kilómetros podremos hacer varias paradas en los distintos observatorios ornitológicos para intentar avistar las numerosas especies acuáticas que se reunen en la zona.
Cerca del Centro de Visitantes podremos también visitar una pequeña construcción que rememora la sencilla forma de vida de los rocieros.
En este apacible entorno, a la sombra de los pinos y vigilados desde arriba por los milanos negros que acechaban en busca de su alimento, dimos por finalizada nuestra visita a la aldea del Rocío. A lo lejos se adivinaba el bullicio que por momentos, inundaba el centro de la aldea.
Una vez más, un precioso atardecer ponía un inigualable punto final a una jornada que inexorablemente llegaba a su fin.



2 comentarios:

Tawaki dijo...

He ido un par de veces, pero fuera de la época de la romería, ya que mi objetivo era contemplar la naturaleza de este rinconcito onubense. Muy cerca hay también playas magníficas.

aitor dijo...

Cierto, aunque no soy muy de playas hay verdaderos paraisos muy cerca de allí. Sin embargo, cuando me acerco por aquella zona, lo hago para ver su riqueza natural.