13 junio 2014

Montezuma, Cabo Blanco y Malpaís.


Permanecimos dormidos hasta las 7 de la mañana. Los planes para hoy eran visitar Montezuma y la Reserva Cabo Blanco que se encuentra a unos 11 kms.
La Reserva Natural Absoluta Cabo Blanco fue creada en 1963 y alberga en su interior numerosas especies de aves marinas entre las que destacan los alcatraces pardos. Las grandes cantidades de excrementos, tiñen las rocas de un color blanco que puede ser observado a muchos kms de distancia.
La alta densidad de fauna que encierran sus bosques húmedos siempre verdes, atrajeron nuestra atención y la intención de recorrer los 5 kms de sendero que permiten las normas de la Reserva. 
La visita está limitada a 40 personas diarias por lo que tras un agradable desayuno en una terraza a orillas del mar en Montezuma, nos dirigimos a la entrada de la Reserva antes de que abrieran sus puertas.
Por desgracia, éstas no abrirían ni hoy ni mañana así que nos quedamos sin poder visitarla lo que nos obliga a cambiar los planes para hoy.
Finalmente decidimos ir hasta Malpaís para recorrer una zona de la que nos habían hablado maravillas. Las carreteras son muy malas en esta parte del país y cuesta bastante tiempo desplazarse por ellas. 
Aún así, la belleza de sus paisajes con unos bosques primigenios en su mayoría y unas playas vírgenes, bien merecen la visita.



Tras recorrer la zona sin encontrar ninguna población importante ya que se trata de una comunidad dispersa a lo largo de 5 kms, hicimos una pequeña parada en un pequeño puerto donde disfrutamos de la presencia de unos pelícanos y las capturas de los pescadores.
Hasta esta zona, se acercan en la actualidad muchos viajeros para practicar el surf, la pesca, el buceo o los tours marítimos en busca de la fauna marina y las llamativas formaciones volcánicas que adornan sus playas.







Tras pasar toda la mañana circulando por carreteras impracticables, atravesando fantásticos bosques tropicales y visitando playas completamente vírgenes, decidimos volver a Montezuma para celebrar mi cumpleaños. 
Para ello, como no podía ser de otra manera, buscamos un restaurante atractivo para darnos un pequeño homenaje. 
Nos acercamos a La Cascada donde degustaremos una comida a base de almejas, langostinos, pescado con verduras y patatas, todo ello regado con un rico vino blanco chileno.
Un día es un día!!!

La anécdota graciosa del día se produce en la cocina del restaurante. 
Mientras esperábamos nuestra comida, nos sorprendieron unos gritos, carreras y ruidos provenientes de la cocina. Cuando nos dimos la vuelta para ver qué era lo que estaba sucediendo, vimos a los cocineros correr tras un grupo de monos capuchinos que huían despavoridos pero sin soltar el gran botín que habían conseguido. Pan abundante y frutas de todo tipo desaparecieron en unos segundos, ya en poder de estos monos ladrones.



Entre las risas de los comensales y el enfado de los cocineros, dieron buena cuenta de su botín subidos a los cercanos árboles que nos rodeaban.
Tras la copiosa y divertida comida, nos dimos una vuelta por el pueblo antes de visitar su playa para darnos un chapuzón y tomar un rato el sol.
Con el atardecer volvimos a nuestro hotel para darnos un último baño en el jacuzzi antes de picar un poco de embutido en la coqueta terraza de nuestra habitación mientras otra gran tormenta amenazaba con inundar toda aquella zona.
Mañana abandonaremos la Península de Nicoya haciendo uso del ferry que nos llevará a Puntarenas, desde donde continuaremos nuestra ruta.


2 comentarios:

Tawaki dijo...

No hay nada como tener facilidad para cambiar de planes sobre la marcha. De nada sirve lamentarse de no poder hacer alguna visita. Basta con mirar hacia otro lado para encontrar algo nuevo que hacer. Muy graciosa la anécdota de los monos.

aitor dijo...

Así suelen ser los viajes.
Tú planeas y las circunstancias deciden por tí....